Nos encontramos con una pareja sentada en silencio en el desayuno del domingo por la mañana. De repente, un comentario aparentemente inocuo cambia rápidamente el estado de ánimo pacífico en un conflicto prodigioso.
Ella: ¿Podrías ser más cuidadoso cuando sacas la basura? Ayer dejaste un desastre total.
Él: (picado) Bueno, discúlpeme. No sabía que me estaban haciendo la prueba del guante blanco.
Ella: (molesta por su tono): No veo cómo pudiste haberlo perdido. ¿Eres ciego?
Él: Simplemente no puedo ganar. Lo que sea que haga, nunca es lo suficientemente bueno para ti.
Ella: Bueno, si abrieras los ojos y prestaras atención a lo que estás haciendo, entonces no tendría que decir nada.
Él: Ahí lo tienes, culpándome de nuevo. Eres un fanático del control.
Así transcurre hasta que empiezan a gritar o dejan de hablar por completo. Todas las parejas experimentan conflictos, pero los conflictos pueden romper su conexión o ser la base para una intimidad más profunda. Imaginemos el mismo conflicto expresado de una manera diferente:
Ella: Quiero preguntarte algo, pero no quiero que te lo tomes a mal. Gracias por sacar la basura, pero la próxima vez, ¿podrías comprobar si dejaste algo de basura? Se lo agradecería mucho.
Él: Lo siento. Tenía prisa y no me di cuenta de que lo había hecho. Lo comprobaré la próxima vez, y gracias por decírmelo de una manera tan amable.
Enamorarse es una experiencia realmente maravillosa, pero el amor no sigue siendo maravilloso por sí mismo. Seguir amando a esa misma persona a lo largo del tiempo depende de nuestra capacidad para resolver los conflictos que surgen de forma natural. La mayoría de las relaciones fracasan porque las parejas no son capaces de resolver los conflictos de una manera saludable. Las parejas que culpan, critican, defienden y enfurecen tendrán grandes dificultades para mantener la intimidad.
Todos hemos sido testigos de parejas que se pelean, y su nivel de crítica, desprecio y comportamiento defensivo deja en claro por qué tienen problemas. Cuando las parejas se quitan los guantes y usan palabras como armas, borran todos los buenos sentimientos. Con demasiada facilidad caen en el uso de las mismas habilidades disfuncionales que aprendieron en sus propias familias, y crean la misma ira y resentimiento en su relación actual que sintieron mientras crecían. El sentido de la realidad de cada persona se basa en su propia perspectiva única, que puede resultar de su experiencia total en el mundo, no solo de su infancia.
Todos nacemos con un cierto temperamento, apariencia física, inteligencia y talentos innatos. Creemos, pensamos, necesitamos, nos preocupamos, somos sensibles o estamos heridos por ciertas experiencias, algunas similares entre sí y otras muy diferentes. Estos diversos rasgos y experiencias forman nuestra personalidad y visión del mundo. Cuando encontramos a esa persona especial, nos encontramos con un conjunto diferente de rasgos y experiencias, que forman la personalidad particular de nuestra pareja. Donde nuestras diferencias chocan, surgen conflictos, moldeados por nuestros patrones particulares de personalidad y experiencia.
El conflicto es el resultado natural de nuestros diferentes gustos y disgustos, nuestras sensibilidades particulares, nuestros desaires percibidos y nuestras heridas emocionales, en resumen, de que somos dos personas diversas. Todas las parejas experimentan conflictos, y aceptar que el conflicto es un proceso natural es un paso importante hacia la creación de intimidad. El problema no es que peleemos, es cómo peleamos. La forma en que respondemos a los conflictos tiene mucho que ver con la forma en que los resolvemos. La resolución productiva y eficiente de conflictos es una dinámica vital en la creación de un amor duradero. Hasta que aprendamos esta habilidad crucial, nos encontraremos atrapados en los mismos intercambios negativos una y otra vez.
Una vez trabajé con una pareja en la que el esposo estaba enojado y amargado con su esposa porque ella nunca inició el sexo. Por supuesto, su comportamiento fue completamente contraproducente: su ira y amargura hicieron que su esposa se retirara aún más. A medida que retirábamos las capas, descubrimos que no se sentía realmente digno de ser amado. Una vez que entendiera de dónde venía su ira, podía arriesgarse a expresar cuánto amaba y necesitaba a su esposa. Este trabajo les ayudó a forjar un vínculo más profundo que, a su vez, condujo a una mejor conexión sexual. Bastó indagar un poco para descubrir el origen del conflicto.
El conflicto está en capas. La primera capa es la que observamos en la superficie. A menudo hay varias otras capas de emoción, relacionadas con nuestras experiencias pasadas y, en última instancia, con cómo nos sentimos con nosotros mismos. El conflicto toca toda nuestra personalidad y estimula todas nuestras defensas. En el lado positivo, el conflicto también presenta una oportunidad única para aprender sobre nosotros mismos y, si el conflicto se resuelve correctamente, crear una conexión íntima más profunda.
Resolver conflictos es una verdadera forma de arte y requiere paciencia, tolerancia y cuidado para lograrlo. Si escuchamos, reconocemos a nuestra pareja y validamos su verdad, estemos o no de acuerdo con ella, crea amor. Si pensamos en el amor como una creación, entonces cada conflicto contiene la oportunidad de traer el amor a la superficie. Podemos sacar lo bueno de cada uno o forzar un enfrentamiento que puede durar toda la vida. Es nuestra elección. El espíritu humano responde a la compasión, la comprensión, el respeto y la empatía, y el resultado es lo que llamamos amor. Visita nuestra pagina de Sexshop online y ver nuestros nuevos productos que te sorprenderán!