Querido, uno que una vez amamos,
Hubo un tiempo, ¿no? Hubo un tiempo en el que nos compartíamos unos con otros. Compartimos risas, lágrimas, experiencias, tradiciones. Compartimos nuestros secretos más íntimos entre nosotros. Compartíamos una cama, pero lo más importante es que compartíamos deseos, necesidades, deseos, sueños y visiones para el futuro. Estábamos completamente expuestos el uno al otro, tanto física como emocionalmente
Sin censura. Confiar. Totalmente inmerso. Sin saber lo que nos depararía el futuro. Ah, hubo un tiempo, ¿no? Un tiempo en el que creamos recuerdos.
Un tiempo en el que una persona, una vez un extraño, se convirtió en nuestro todo. Y luego, eventualmente, parecía de alguna manera convertirse en un extraño de nuevo. Un extraño que dejará para siempre un espacio en su forma en nuestros corazones y nuestras mentes. Uno que deja recuerdos de la misma manera que uno deja una talla en un árbol. Una talla que algún día puede tener otros recuerdos que crezcan sobre ella, haciéndola invisible. Pero siempre estará ahí, no importa cuán profundo quede enterrado.
Los recuerdos de las experiencias compartidas son ahora siluetas en el fondo de nuestras mentes que emergen suavemente cuando se escucha la canción correcta o se huele el aroma correcto. Recuerdos que se manifiestan como una sonrisa amable en nuestros rostros, que recuerdan a los que una vez compartimos al otro lado de la habitación. Sonrisas que compartíamos cuando éramos personas diferentes a las que somos ahora. Cuando aprendíamos, crecíamos y simplemente disfrutábamos el uno del otro. Sonrisas que compartíamos cuando no teníamos ni idea de lo que nos deparaba el futuro, pero no nos importaba. Éramos nosotros.
Y ahora tú eres tú, y yo soy yo.
Todavía no sabemos qué nos deparará el futuro. Tal vez algún día nuestros caminos se vuelvan a cruzar. Caminos que han recorrido el mundo por separado y que de alguna manera se han vuelto a reunir en la cola de una cafetería o pasando por la calle. Tal vez uno de nosotros esté casado, o tenga hijos, o haya vivido una vida de grandes experiencias. Una vida llena de historias que contar.
Tendremos líneas de risa de risas que no compartimos juntos y arrugas de dolores de los que no nos protegimos el uno al otro. Tendremos tradiciones que hemos construido con otra persona y ocasiones especiales que alguna vez fueron solo fechas arbitrarias en un calendario. Tendremos fotos en nuestros teléfonos de experiencias que no compartimos.
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Hablaremos, recordaremos y volveremos a separarnos. Nos abrazaremos, y por un momento fugaz nuestros corazones se reconocerán y latirán al unísono, aunque sea brevemente. Nos quedaremos, recordando los momentos que compartimos. Luego, antes de desvanecernos de nuevo en nuestras vidas separadas y alejarnos el uno del otro una vez más, una última sonrisa de comprensión y recuerdos compartidos.
Nos desvaneceremos de la vida de los demás, pero brillaremos más en las que hemos creado para nosotros mismos con la persona que ahora amamos. El que nos enseñó que estaba bien seguir adelante. El que nos enseñó que podíamos volver a amar.
Tendremos nuevas sonrisas. Sonrisas separadas construidas por recuerdos separados. Sonrisas llenas de amor y de familia y de la persona que nos ha aceptado plenamente, tal y como nosotros la hemos aceptado a ella.
Sonrisas de satisfacción que reflejan el consuelo silencioso de que hemos encontrado la felicidad cuando, en un momento, pensamos que no era posible el uno sin el otro. Sonrisas que entienden que así es como debían ser las cosas.
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